También allí los miembros de la
comunidad de profetas de la ciudad se acercaron a Eliseo y le preguntaron:
“¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía?”.
“Lo sé muy bien. ¡Cállense!”. 2 Reyes 2:5.
Elías está terminando su
ministerio, y Eliseo sabe que tendrá que comenzar el suyo sin la compañía ni la
guía del profeta del Monte Carmelo. Frente a tal expectativa, Eliseo no se
separa de su maestro ni por un instante.
Elías intenta dejarlo varias
veces, pero siempre recibe la misma respuesta de Eliseo: “Yo voy contigo”. La
historia de Rut viene a la memoria, con la repetida negación para abandonar al
otro. Motivos diferentes, situaciones diferentes, pero igual resultado:
victoria final y bendiciones para aquel que eligió quedarse.
Tanto en Bet-el como en Jericó,
los miembros de la comunidad de los profetas se acercan a Eliseo para decirle
que el Señor le quitará a su maestro y que lo dejará sin guía. En los dos
casos, Eliseo responde que ya lo sabe y que no necesitan recordárselo.
Que la información que tengas sea
verdad no significa que la tengas que estar repitiendo todo el tiempo a todo el
mundo. Hay momentos, circunstancias y personas que debes respetar (y cuidar),
antes de hablar.
Cuando llegan los dos profetas a
la orilla del Jordán, a una cierta distancia los acompañan unos cincuenta
miembros de la comunidad de los profetas. Ellos fueron los testigos
privilegiados de la ascensión de Elías y del inicio del ministerio de Eliseo.
El reconocimiento del Espíritu Santo en la vida de Eliseo fue inmediato. La fe
en el poder divino demoró un poco más.
Tú puedes ser miembro de la
iglesia y ser testigo de milagros, de grandes transformaciones en las vidas de
las personas que te rodean, lo cual es el mayor de los milagros que Dios puede
realizar. Reconocer la acción del Espíritu Santo en un momento no es garantía
de que siempre lo conseguirás hacer.
Haber sido guiado por la mano de
Dios un día no es garantía de que siempre te podrá guiar. Es una decisión que
debes tomar cada día. Tómala hoy.
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