Elías se presentó ante el pueblo y dijo: “¿Hasta
cuándo van a seguir indecisos? Si el Dios verdadero es el Señor, deben
seguirlo; pero si es Baal, síganlo a él”. El pueblo no dijo una sola palabra.
Entonces Elías añadió: “Yo soy el único que ha quedado de los profetas del
Señor; en cambio, Baal cuenta con cuatrocientos cincuenta profetas”. 1 Reyes
18:21, 22.
Tan cierto como que uno con Dios es mayoría, es que
la mayoría, sin Dios no tiene ningún valor. Aunque sea difícil, no le
deberíamos tener miedo ni sentirnos asustados. Creo que el problema es que
miramos desde nuestra perspectiva y nos vemos solos; o, peor: nos sentimos
solos porque no sentimos la compañía de Dios.
Había cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que
sabían que contaban con el respaldo de la familia real. Elías, anunciándose
como el único profeta del Señor, los enfrenta literal y espiritualmente. Estos
aceptan el desafío.
Conoces la historia. Elías los humilló públicamente
y quedó en evidencia del gran poder de Dios. Los ídolos de la historia de
Israel, al igual que los modernos y actuales dioses del siglo XXI, son iguales
en impotencia, en incapacidad y en inutilidad. El problema es que a veces
pasamos más de un día “brincando” a su alrededor en busca de una respuesta, que
–obviamente– nunca llegará.
A la hora del sacrificio de la tarde, en ese
momento sagrado que Elías respetaba y el pueblo conocía, el profeta de Dios
reconstruye el altar para adorarlo. Dios te escucha en cualquier momento y en
cualquier lugar, pero tú necesitas un espacio y un tiempo especial para hablar
con tu Señor. Te hace bien a ti. Te ayuda a entender que te estarás presentando
delante del Dueño del universo.
Elías elige ese momento para sacrificar y restaurar
el espacio perdido. Dios hace el milagro. El pueblo se postró y exclamó: “El
Señor es Dios” (1 Rey. 18:39).
Cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, más los
profetas de Asera, fueron ejecutados esa misma tarde. La tarde en que una
pequeña nube, del tamaño de una mano, apareció en el cielo y cambió la historia.
Tú sabes perfectamente que otra pequeña nube aparecerá en el cielo en poco
tiempo, y todos los falsos profetas (y los falsos cristianos) serán eliminados
de la historia de la humanidad.
Como en el Carmelo, tú eliges de qué lado estarás.
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