lunes, 11 de agosto de 2014

Lunes 11 de agosto – Los profetas de Baal

Elías se presentó ante el pueblo y dijo: “¿Hasta cuándo van a seguir indecisos? Si el Dios verdadero es el Señor, deben seguirlo; pero si es Baal, síganlo a él”. El pueblo no dijo una sola palabra. Entonces Elías añadió: “Yo soy el único que ha quedado de los profetas del Señor; en cambio, Baal cuenta con cuatrocientos cincuenta profetas”. 1 Reyes 18:21, 22.

Tan cierto como que uno con Dios es mayoría, es que la mayoría, sin Dios no tiene ningún valor. Aunque sea difícil, no le deberíamos tener miedo ni sentirnos asustados. Creo que el problema es que miramos desde nuestra perspectiva y nos vemos solos; o, peor: nos sentimos solos porque no sentimos la compañía de Dios.

Había cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que sabían que contaban con el respaldo de la familia real. Elías, anunciándose como el único profeta del Señor, los enfrenta literal y espiritualmente. Estos aceptan el desafío.

Conoces la historia. Elías los humilló públicamente y quedó en evidencia del gran poder de Dios. Los ídolos de la historia de Israel, al igual que los modernos y actuales dioses del siglo XXI, son iguales en impotencia, en incapacidad y en inutilidad. El problema es que a veces pasamos más de un día “brincando” a su alrededor en busca de una respuesta, que –obviamente– nunca llegará.

A la hora del sacrificio de la tarde, en ese momento sagrado que Elías respetaba y el pueblo conocía, el profeta de Dios reconstruye el altar para adorarlo. Dios te escucha en cualquier momento y en cualquier lugar, pero tú necesitas un espacio y un tiempo especial para hablar con tu Señor. Te hace bien a ti. Te ayuda a entender que te estarás presentando delante del Dueño del universo.

Elías elige ese momento para sacrificar y restaurar el espacio perdido. Dios hace el milagro. El pueblo se postró y exclamó: “El Señor es Dios” (1 Rey. 18:39).

Cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, más los profetas de Asera, fueron ejecutados esa misma tarde. La tarde en que una pequeña nube, del tamaño de una mano, apareció en el cielo y cambió la historia. Tú sabes perfectamente que otra pequeña nube aparecerá en el cielo en poco tiempo, y todos los falsos profetas (y los falsos cristianos) serán eliminados de la historia de la humanidad.


Como en el Carmelo, tú eliges de qué lado estarás.

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