Elías salió de allí y encontró a Elíseo hijo de
Safat, que estaba arando. Había doce yuntas de bueyes en fila, y él mismo
conducía la última. Elías pasó junto a Eliseo y arrojó su manto sobre él. 1
Reyes 19:19.
Eliseo es uno de los personajes bíblicos que queda
“escondido” detrás de otro héroe, como Elías. Otro ejemplo similar es el de
Josué, quien se “pierde” detrás de la estatura de Moisés.
— Eliseo comienza en el punto donde el ministerio
de Elías termina: cruzando el Jordán. Quizá como para tener la plena seguridad
de que el mismo Dios que había estado con Elías estaría con él. El ministerio
de Eliseo duró el doble que el de Elías; durante ese periodo, realizó el doble
de milagros que su antecesor.
Quizá los diez años que pasó ministrando a Elías lo
marcaron para toda su vida, pero el poder de Dios lo utilizó de forma
constante. Eliseo es un profeta de “pequeños” milagros: limpió las aguas de
Jericó (2 Rey. 2:19-22); incrementó las reservas de aceite, lo que salvó a sus
hijos de ser vendidos como esclavos (2 Rey. 4:1-7); limpió una olla de comida
donde equivocadamente habían agregado una hierba venenosa (2 Rey. 4:38-41);
alimentó a cien hombres hambrientos, al multiplicar una pequeña cantidad de pan
de cebada y maíz (2 Rey. 4:42-44); curó a un militar gentil de su lepra (2 Rey.
5:14); recuperó la cabeza de una hacha (2 Rey. 6:1-7). Él también es el profeta
que resucitó al hijo de la mujer sunamita, y cuando murió, sus huesos
resucitaron al muerto que estaba en aquella tumba (2 Rey. 13:21).
Eliseo era diferente de Elías, pero tan importante
como él para el plan de Dios. Un comentario explica que los milagros
espectaculares de Elías eran necesarios para llamar la atención de todo un
pueblo que estaba al borde de la apostasía; mientras que los compasivos milagros
de Eliseo fueron necesarios para recordar a los hijos de Israel la fidelidad
constante del Señor.
Cada uno, con sus rasgos y características propias,
ocupaba el lugar exacto que Dios necesitaba de ellos, en el momento preciso.
También tiene un momento y un lugar especial para ti; tu responsabilidad es
ocuparlo.
Como con Eliseo, es posible que no se te pidan -por
ahora- grandes milagros, pero debes cumplir las pequeñas obligaciones de cada
día con la perfección de quien quiere ser un instrumento en las manos de Dios.
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