Abiam cometió
todos los pecados que, antes de él, había cometido su padre, pues no siempre
fue fiel al Señor su Dios como lo había sido su antepasado David. 1 Reyes 15:3.
Abiam ocupa un
breve fragmento de la Biblia. Una sucinta reseña biográfica nos informa de que
comenzó a reinar cuando Jeroboam ya llevaba dieciocho años reinando en Israel,
y que reinó solo tres años.
Entre las
informaciones, dice que es hijo de Maaca, que era hija de Absalón. Este dato
llama la atención por el parentesco que parece haber entre Roboam, hijo de
Salomón, y Maaca, hija de Absalón; pero más que eso por la mención explícita de
la madre. Llama más la atención, aún, porque cuando la Biblia hable de Asa, el
hijo de Abiam y próximo rey de Judá, la volverá a mencionar como abuela del
nuevo gobernante.
Pensando en la
cronología bíblica, la única hija de Absalón fue Tamar, por lo que seguramente
Maaca fue hija de Tamar, quien se había casado con Uriel (2 Sam. 14:27). Más
allá de las comunes confusiones de parentesco (padre, hijo, nieto) que aparecen
en los relatos bíblicos, lo que queda claro son dos cosas: 1) Maaca fue la
madre de Abiam. 2) Abiam hizo lo errado ante los ojos de Dios.
Solo la
eternidad podrá describir la influencia de una madre. No conozco a tus padres,
pero sí conozco a nuestro Dios; por eso, por más que suene fuerte la frase, si
tienes que elegir entre tus padres y Dios, siempre elígelo a él. Cristo dijo
exactamente eso cuando señaló que tendríamos que amarlo más a él que a “padre o
madre” (Mat. 10:37).
Abiam no pecó
porque la madre lo obligó a pecar. Tú no pecas porque nadie te exige que lo
hagas; solo es la suma de la debilidad natural frente al pecado, más el placer
íntimo que sentimos al hacerlo.
Podemos llegar
a entender –en la teoría– todas las razones y los motivos por los que no
deberíamos hacerlo. Pero el simple recuerdo del placer que sentimos al realizar
la acción pecaminosa es suficiente para que todas las teorías se deshagan en el
aire y caigamos nuevamente.
Abiam eligió
seguir el camino equivocado; pero, a pesar de eso, Dios mantuvo a su familia en
el trono de Judá por algunas generaciones más.
Recuerda: el
amor del Cielo es amplio para perdonar, pero ten presente que tú le impondrás
un límite que Dios respetará.
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