El séptimo día, como a causa del vino el rey Asuero estaba
muy alegre, les ordenó a los siete eunucos que le servían [...] que llevaran a
su presencia a la reina, ceñida con la corona real, a fin de exhibir su belleza
ante los pueblos y sus dignatarios, pues realmente era muy hermosa. Ester 1:10,
11.
La primera historia que se cuenta en el libro de Ester es la
de la reina Vasti, la mujer que supo decir “No”. Es verdad que es el telón de
fondo para la llegada de la joven hebrea al trono; pero más que eso, es una
enorme -lección espiritual presentada en unos pocos versículos.
Vasti no era judía, sus principios tenían una base pagana;
pero eso no la transforma en una mujer vulgar ni en un ser humano que no
reconociera su propio valor. ¿Sabes? Muchas veces nosotros, los cristianos,
estamos tan convencidos de nuestra verdad (generalmente teórica, pero verdad al
fin…) que perdemos la noción del respeto por el otro. Peor, perdemos el respeto
por nuestros hermanos y por nosotros mismos. Vasti no.
Esta reina estuvo dispuesta a perder todo para mantener su
dignidad. Lamentablemente, muchos que hoy se llaman cristianos están regalando
su honra porque no están dispuestos a perder nada de lo que los hace -según
dicen- felices.
Así, droga, sexo y alcohol no son problemas para ellos; es
mera diversión, es lo que todos hacen, es lo que mi jefe, mi mejor amigo o mi
novio(a) me pidió.
Las excusas se suman para pecar, para abandonar lo que
sabemos que es correcto y justo, a fin de disfrutar alguna ventaja terrenal. No
lo olvides: siempre que piensas en las ventajas terrenales estás perdiendo las
bendiciones celestiales.
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