Jazael exclamó: “¡Qué es este
servidor de usted sino un pobre perro! ¿Cómo es posible que haga tal cosa?”.
Entonces Eliseo le declaró: “El Señor me ha revelado que vas a ser rey de
Siria”. 2 Reyes 8:13.
Cuando se levantó aquella mañana,
Jazael pensaba que sería un día normal, como todos los otros que había vivido.
Seguramente estaba preocupado por la salud de su rey –Ben-adad–, quien
continuaba enfermo. Aquella mañana, el monarca le pidió un trabajo especial:
averiguar si él conseguiría sobrevivir o no; la manera de saberlo era
preguntándoselo a Eliseo.
Ese elemento del relato llama la
atención. Ben-adad es el rey sirio que mandó atacar la ciudad en la que estaba
el profeta de Dios, para tomarlo prisionero. Es el mismo que sitió la ciudad
donde las madres llegaron a comerse a sus propios hijos. Ahora que está pasando
por una situación delicada, pregunta sobre su futuro a Eliseo.
Como ves, vivir una vida de
relación con Dios, una vida coherente entre lo que dices y lo que haces, una
vida que refleje el amor del Cielo en todo momento y en toda circunstancia,
traerá como consecuencia el respeto, incluso el de tus enemigos.
La respuesta es clara para
Jazael: Eliseo le dice que el rey esta vez sobrevivirá, pero que próximamente
él será el nuevo rey de Siria.
Jazael escucha la profecía. No lo
puede creer; pero tampoco puede esperar. Aquella tarde, cuando se presentó ante
el rey, simple y resumidamente le presentó el informe de Eliseo: “Tú
sobrevivirás”.
Sin embargo, el problema estaba
en el corazón del futuro rey. Él no consiguió esperar. Aprovechándose de la
situación privilegiada que le daba su función y de la debilidad de su
contrincante, a la mañana siguiente asfixia al rey con una colcha empapada en
agua y usurpa el trono.
Jazael no pensaba que fuera capaz
de asesinar a nadie. Jazael no pensaba que fuera capaz de traicionar a su rey.
Pero en un par de horas su vida cambió: quien se había levantado una mañana
para servir a su jefe, a la mañana siguiente lo hace para matarlo. Una noche
pensando en forma errada, y la consecuencia es que el respetuoso y obediente
Jazael se transforma en un asesino.
El pecado funciona así: una idea
acariciada y no desterrada de tu mente, te puede llevar a tomar decisiones profundamente
equivocadas. Aprende a esperar en el Señor. Él es fiel.
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