Ezequías se alegró al recibir
esto, y les mostró a los mensajeros todos sus tesoros: la plata, el oro, las
especias, el aceite fino, su arsenal y todo lo que había en ellos. No hubo nada
en su palacio ni en todo su reino que Ezequías no les mostrara. 2 Reyes 20:13.
Ezequías oró por su salud, y Dios
atendió su oración: quince años más de vida. Intenta imaginar cómo sería tu
vida si tuvieras marcado el día de tu muerte. ¿Qué harías? ¿Qué dejarías de
hacer? ¿Cómo te prepararías para ese momento?
Un cáncer agresivo y terminal le
dio a mi padre apenas algunas semanas de vida, después de que se lo
diagnosticaran. No fue fácil, pero aquel sábado de tarde en que lo enterramos,
su último sermón estaba siendo predicado: a cada hijo y a cada nieto: nos dejó
una carta en la que decía que confiaba en el perdón de Jesús, y por eso nos
saludaba con un simple “¡Hasta mañana!”.
El milagro del sol retrocediendo,
prueba de la promesa divina, fue observado por todo el mundo, incluidos los
estudiosos de Babilonia que analizaron el fenómeno y llegaron a Jerusalén en
busca de respuestas. Ezequías los recibió feliz. Emisarios del rey de
Babilonia, con cartas y regalos, llegaron a su reino para aprender, para
entender, para conocer mejor al ser humano por quien el universo cambió de
rumbo. ¿Qué mejor oportunidad de mostrar lo que Jerusalén tenía?
Cuando terminó la visita de los
extranjeros, el profeta Isaías pregunta al rey qué habían visto. La pregunta
simple esconde una gran profundidad. Nosotros mostramos lo que nos parece más importante,
lo que creemos que nos distingue, lo que nos hace diferentes, lo que más valor
tiene para nosotros. Ezequías mostró sus tesoros, lo que se transformó en una
trampa hacia el futuro, porque el rey de Babilonia vendría a Jerusalén para
llevarse aquellas riquezas que sus mensajeros habían visto.
Cada día, “mensajeros
extranjeros” entran en contacto contigo. Tú tienes la oportunidad de mostrarles
lo mejor que tienes, lo que te distingue, lo que te hace ser especial. Puedes
elegir mostrar tesoros terrenales, desde tu gran inteligencia hasta el último
artefacto electrónico que compraste; pero el Cielo desea que muestres la Perla
de gran precio, el Tesoro escondido, el Señor de tu vida.
¿Qué es lo que están viendo en
ti? ¿Qué es lo que estás mostrando?
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