En cierta ocasión, unos
israelitas iban a enterrar a un muerto, pero de pronto vieron a esas bandas y
echaron el cadáver en la tumba de Eliseo. Cuando el cadáver tocó los huesos de
Eliseo, ¡el hombre recobró la vida y se puso de pie! 2 Reyes 13:21.
El tiempo pasó y Eliseo, ya
anciano, tuvo el último encuentro con el rey Joás, hijo de Joacaz, rey de
Israel (el buen rey Joás era rey de Judá).
Con el Joás malvado se dio
aquella conversación en la que el profeta le dice que golpee la tierra con las
flechas, y el rey lo hizo tres veces. Eliseo se enoja porque tendría que haber
golpeado más veces el suelo. Yo creo que si el profeta le hubiera avisado de lo
que se trataba, el rey habría golpeado cientos de veces el suelo; pero el
problema es que el rey obedeció sin saber lo que estaba en juego. La falta de
conocimiento le jugó una mala pasada.
Nosotros no tenemos que golpear
el suelo, pero nos toca demostrar fe ante las órdenes de Dios y, al mismo
tiempo, buscar el conocimiento necesario para que no perdamos bendiciones que
están a nuestra disposición.
Algún tiempo después, Eliseo
murió. Los justos también sufren, también lloran y también mueren. Los justos
recorren el mismo camino que los injustos, con la pequeña (aunque enorme)
diferencia que marca la compañía de Jesús en sus vidas. Nacer, crecer,
reproducirse y morir es la síntesis biológica de la vida que unos y otros
repiten; pero es totalmente diferente vivir solo que hacerlo acompañado por
Cristo.
El tiempo pasó. Las cosas de la
vida se fueron acomodando en su rutina, pues el mundo no dejó de dar vueltas.
Los problemas siguieron apareciendo, los enemigos siguieron atacando y las
personas continuaron muriendo. Como si fuera un resumen de esta situación, el
versículo 21 nos cuenta que un séquito mortuorio se asustó ante la presencia de
los bandidos y largaron el cadáver en “cualquier lugar”. La sorpresa fue que
ese “pozo” era la tumba de Eliseo, y cuando el cuerpo sin vida se chocó con los
huesos del profeta, ¡el hombre resucitó!
El poder del ejemplo de vida de
los justos llega más allá de sus muertes. El poder de los sermones que ellos
predicaron, no solo con palabras, continúa transformando vidas. Sé justo, y sé
una fuente de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario