En la región de Uz había un hombre recto e intachable, que
temía a Dios y vivía apartado del mal. Este hombre se llamaba Job. Job 1:1.
Tú ya sabes que Dios no causa los problemas de tu vida, él
–a veces– solo los permite. Y cuando lo hace, hay alguna razón que nosotros
podemos desconocer, y –en algún momento– nos mostrará que fue para bien.
Job hacía todo bien. Era un hombre recto e intachable.
Realmente conozco a pocos que podría catalogar así. De hecho, creo que nadie me
catalogaría de esa manera. Y a pesar de su temor de Dios, de vivir apartado del
mal y de orar cada día, perdió todo. Las bendiciones de Dios tienen alcance
eterno, aunque en algún instante de tu vida puedas no sentirlas.
La historia de este hombre de Uz nos deja muchas enseñanzas,
que van desde la amistad hasta tu concepto de Dios, pasando por la familia, las
riquezas, la entrega y el mundo supraterreno, para el que somos espectáculo. De
todas estas temáticas, y muchas otras que el relato bíblico presenta, quiero
detenerme en dos.
1) ¿Cuál es tu idea de Dios? ¿Qué es lo que tú piensas de
Dios cuando estás solo en lo oscuro de tu dormitorio? ¿Qué significa Dios para
ti cuando se cierra la puerta de tu cuarto? ¿Cómo te relacionas con Dios cuando
estás afuera del templo? ¿Quién es Dios para ti, cuando tu respuesta puede ser
silenciosa, personal y secreta?
2) No conocemos a Dios. Como dice Job en el capítulo 42,
versículo 5: “De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis
propios ojos”. Nos conformamos con lo que los otros nos dicen sobre Cristo,
sobre el cielo, sobre Dios.
Creemos que es suficiente repetir mecánicamente una oración
que no dice nada importante. Pensamos que con lo que papá y mamá y la maestra
de Escuela Sabática infantil nos enseñaron, y los videos que vimos, es
suficiente para conocer al Rey de reyes y Señor de señores. ¡Qué lamentable!
¡Qué vergonzoso! Consentir en limitar nuestro entendimiento de Dios a los
comentarios que otros –por mejor intencionados que sean– hicieron alguna vez.
Creo que el Cielo está cansado de cristianos que “de oídas
oyeron hablar” de un Salvador que dio la vida por ellos. Creo que es el momento
de hacer como Job: verlo con tus propios ojos.