Las tropas de Joab llegaron a la ciudad de Abel
Betmacá y la sitiaron. Construyeron una rampa contra la fortificación para
atacar la ciudad, y cuando los soldados comenzaban a derribar la muralla, una
astuta mujer de la ciudad les gritó: “¡Escúchenme! ¡Escúchenme! Díganle a Joab
que venga acá para que yo pueda hablar con él”. 2 Samuel 20:15, 16.
El ejército real había sitiado a la ciudad de Abel
Betmacá. Ya había construido la rampa que usarían para invadirla. Estaba todo
preparado para tomarla y destruirla. Todo el movimiento bélico es porque allí
estaba escondido Saba, quien se había revelado contra David.
En los momentos de crisis aparecen personas
especiales. La mayoría, frente a la dificultad queda paralizada, pero algunos
tienen la capacidad de pensar, de actuar, de intentar una solución. A lo largo
de la historia bíblica, encontramos a unos pocos héroes de la fe que
aprendieron a arrodillarse en esas circunstancias.
Y tú, ¿qué haces en los momentos de crisis? Dios
conoce nuestros corazones y es capaz de todo, pero en principio te diría que es
imposible que aprendas a arrodillarte en la crisis, si estás acostumbrado a
vivir de pie.
Lo cierto, en este relato, es que aparece una
astuta mujer que grita sola, para intentar solucionar el problema de todos. Tal
vez, ella no sabe quién es Joab ni lo que realmente está sucediendo, pero actúa
rápido y toma la iniciativa.
Al conversar con Joab por las razones de la
invasión, escucha de boca del general que si le entregan al hombre que él
busca, el ejército se retira. Ella no duda: “Desde la muralla arrojaremos su
cabeza” (2 Sam. 20:21). El relato se reduce a una frase: “Y fue tal la astucia
con que la mujer habló con todo el pueblo, que le cortaron la cabeza a Saba
hijo de Bicri y se la arrojaron a Joab” (2 Sam. 20:22).
Es posible que un pecado escondido en algún lugar
de tu corazón, que solamente tú conoces y que, íntimo y profundo, te lastima,
esté haciendo que te sientas espiritualmente acorralado. No ves escapatoria
para tu futuro eterno porque sabes que ese pecado acariciado te está dejando
afuera del cielo. ¿Qué hacer? ¿Cómo actuar?
Los momentos de crisis no son situaciones para
jugar. Son instantes excepcionales para tomar decisiones que modifiquen tu
realidad (presente y futura). Córtale la cabeza a ese pecado, y arrójalo por la
muralla de tu vida.
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