jueves, 3 de julio de 2014

Jueves 3 de julio - El soldado cusita

Entonces Joab se dirigió a un soldado cusita y le ordenó: “Ve tú y dile al rey lo que has visto”. El cusita se inclinó ante Joab y salió corriendo. 2 Samuel 18:21.


Joab es inteligente, y envía a un extranjero, según algunas versiones un etíope, para dar la mala noticia al rey. Si David reaccionaba en forma violenta, era mejor que matara a un extranjero que a un hijo de Israel.
Es interesante que el cusita sale corriendo sin discutir la orden recibida. Algunos creen que tomó el camino más largo, aunque más fácil de recorrer, mientras que Ahimaas tomó el más corto y más complicado. A pesar de esto, el último que salió –Ahimaas– fue el primero en llegar. El extranjero no pide dar la noticia; no está interesado en hablar con el rey en esas circunstancias. Pero, no rehúsa su obligación.
Leyendo el relato bíblico, da la sensación de que este soldado estaba “en el lugar equivocado, en el momento equivocado” para sus intereses. Este soldado anónimo tuvo que cumplir con su obligación, como tantas veces nos toca hacerlo a nosotros.
La primera lección me parece clara: una obligación la cumples de la mejor manera que puedas, aunque no sea de tu gusto hacerlo.
Ahimaas salió del campo de batalla después, y llegó antes. Es muy posible que otros tengan más facilidad que tú para realizar ciertas tareas. A pesar de eso, no es razón para que dejes de correr. Tu obligación es cumplir con tu cometido, sin comparaciones innecesarias.
Aunque parezca que tu función no es la más importante. Aunque parezca que tu esfuerzo fue en vano. Aunque parezca que no fuiste suficientemente capaz, un rey puede estar esperando por ti. Aunque las apariencias sean otras, tú eres a quien el rey quiere escuchar; tú tienes el mensaje que el rey espera.
El cusita, igual que Ahimaas, comienza informando al rey su victoria. Pero lo que realmente le interesa a David es la suerte de su hijo. Mientras Ahimaas rehúye esta obligación, el cusita le responde lo más claramente posible.

Hay gente que corre más rápido que tú, pero que no sabe qué decir y que en realidad no dice nada. Tú puedes ser la contraparte. Quizá no el más rápido, pero sí el más sincero, el más transparente; aquel que sabe lo que tiene que decir y que tiene un mensaje para compartir.

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