El día primero del mes sexto del segundo año del rey Darío,
vino palabra del Señor por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de
Salatiel, gobernador de Judá, y al sumo sacerdote Josué hijo de Josadac. Así
dice el Señor Todopoderoso: “Este pueblo alega que todavía no es el momento
apropiado para ir a reconstruir la casa del Señor”. Hageo 1:1,2.
Hageo trabajó con el pueblo que regresó con Zorobabel desde
la esclavitud.
El momento histórico que tocó vivir al profeta y al pueblo
era difícil.
Recién llegados de aquella tierra extraña donde habían sido
esclavos, rodeados por gente que no solo no los querían ver en Jerusalén, sino
también les complicaban la existencia todos los días, es natural que estuvieran
llenos de problemas y de dificultades.
En ese marco, negativo y complicado, el ministerio profético
de Hageo comienza, según leíste en el versículo que usamos como base para hoy,
informándole al pueblo lo que Dios piensa sobre sus prioridades.
El hecho concreto es la demora en la reconstrucción del
Templo; la verdad profunda es que, para ellos -como para muchos de nosotros
hoy-, nuestras cosas, nuestros deseos, nuestras necesidades son más importantes
que las cosas de Dios.
Siempre encontrarás alguna actividad que es más urgente que
lo que Dios pide. El pueblo entendía que la construcción de sus casas era más
importante que la construcción del Templo. Aquel último juguete electrónico que
quieres comprarte es más urgente, necesario e importante que el proyecto
misionero que Dios te presenta en la iglesia.
Jugar tu partido de fútbol, de vóley o de bolita es más
urgente, necesario e importante que participar de aquella actividad de
predicación a la que Dios te invita a través de tu pastor. ¿Te das cuenta?
Siempre hay algo más urgente, más necesario, más importante que las cosas de
Dios.
Podrás decirme que no son más importantes, que solo son más
urgentes…
Pues, importante es aquello a lo que le damos urgencia, lo
que ocupa el primer lugar en tus Intereses. Si por una cuestión de tiempo (de
urgencia) o por una cuestión de interés (de gustos) damos la prioridad a
“nuestras casas”, seguiremos dejando el templo de Dios en ruinas y para
después.
Así, las palabras del profeta Hageo continuarán golpeando en
nuestros oídos (¡ojalá que también en nuestros corazones!), para que
respondamos, actuando correctamente, puesto que son tus prioridades lo que
marcan tu vida.
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