Ésta es la palabra del Señor, que vino a Sofonías hijo de
Cusí, hijo de Guedalías, hijo de Amarlas, hijo de Ezequías, durante el reinado
de Josías hijo de Amón, rey de Judá. Sofonías 1:1.
EI mensaje del profeta Sofonías, como el de la mayoría de
los profetas menores, está dirigido a su pueblo en su propio tiempo. Pero, como
Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos, el mensaje también nos sirve a
nosotros en pleno 2014.
¿Notaste quién es el tatarabuelo del profeta? Ezequías, el
buen rey de Judá, aquel a quien Dios le regaló quince años más de vida.
¿Recuerdas la historia?
Los eruditos no afirman que obligatoriamente sea así, pero
hay buenas posibilidades de que estemos hablando de un profeta con linaje real.
Lo mismo que decíamos cuando nos enfrentamos a profetas que
eran simples pastores, recolectores de higos silvestres, pescadores, anónimos
personajes que aparecen en el relato bíblico, lo volvemos a decir ahora, frente
a un profeta con “sangre azul”: Dios no está preocupado con biografías, ni con
familias, ni con antepasados ni con historias; él quiere un corazón dispuesto y
una vida completamente en sus manos. Sofonías no fue elegido para este
ministerio por ser tataranieto de un rey, sino porque estaba dispuesto a ser un
instrumento en las manos de Dios.
El mensaje que presenta Sofonías comienza con un anuncio de
un gran desastre, lo que en el lenguaje bíblico se conoce como “el día del
Señor”.
Ya en el versículo 2 del capítulo 1, Dios dice: “Arrasaré
por completo cuanto hay sobre la faz de la tierra”. Cuando piensas en estos
eventos finales, ¿qué sientes? ¿Miedo? ¿Temor? ¿Pánico? ¿Terror? ¿Confianza?
Obviamente, esto estará relacionado con el lugar en el que estés cuando ese
momento llegue.
Cerca de Dios, te puedes sentir protegido y seguro; lejos de
él, puedes elegir cualquiera de los sentimientos antes mencionados. La gran
pregunta es cómo estar cerca de Dios. Muchas veces nos parece una cuestión
teórica, un pedido que nos hacen sin darnos las coordenadas para cumplirlo.
Vamos a intentar dejarlo en claro. Sofonías nos da un camino
de tres pasos:
Sé humilde.
Busca a Dios con humildad.
Busca, humildemente, la justicia divina.
¿Ves? El secreto está en ser humilde. No parece tan difícil,
¿no? El problema está en que somos orgullosos, y nos cuesta (demasiado)
entregar el control de nuestra vida a Dios.
Piensa en eso el día de hoy.
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