Profecía acerca de Nínive. Libro de la visión que tuvo Nahúm
de Elcós. Nahúm 1:1.
Uno de los comentarios bíblicos que estaba leyendo sobre
Nahúm señalaba una idea que me pareció muy interesante para nuestro momento de
meditación. Este libro es breve, y puede parecer confuso; por eso lo leemos
poco y lo entendemos mal.
Pero el apóstol Pablo dice que “toda Escritura es inspirada
por Dios y útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para
la instrucción en justicia” (2 Tim. 3:16); y esta breve profecía de Nahúm no
puede ser ninguna excepción.
Te invito a intentar profundizar nuestros comentarios en el
libro de este profeta y sus enseñanzas.
Según lo anuncia desde el mismo inicio del libro, la
profecía de destrucción es contra la ciudad de Nínive. Los eruditos señalan que
Nahúm vivió después de Jonás, por lo que el arrepentimiento que había sacudido
al pueblo de aquella gran ciudad, cuando desde el rey hasta el último de sus
habitantes se habían dado cuenta de su situación pecaminosa, se había perdido.
Se habían arrepentido de arrepentirse. Extraño, ¿no? Pues a
nosotros nos pasa, muchas veces, lo mismo. Piensa: ¿nunca te encontraste
practicando una acción pecaminosa de la que te habías arrepentido, creías, de
todo corazón? ¿Qué pasó? ¿Por qué? ¿El sermón, o la experiencia, que te llevó
al arrepentimiento se te olvidó? ¿Ya no estás marcado por esa realidad?
Las posibles respuestas son varias; una de las posibles es
que somos débiles y siempre caemos en el mismo tipo de tentación. ¿Solo eso?
Creo que no, creo que debemos agregar un placer natural –pecaminosamente
natural– por el pecado; por eso volvemos a revolcarnos en aquel lodo
nauseabundo, del que nos levantamos sucios y avergonzados; derrotados, una vez
más.
Cuando Nahúm habla, presenta una faceta de Dios que no está
en la moda; de la que se prefiere no hablar pero que es absolutamente cierta y
tan real como sus otras características: la ira.
Preferimos pensar en nuestro Dios como en aquel ser bueno,
simpático, tolerante, que nos ama tanto que nos perdona eternamente. Si bien
todo esto es verdad, siempre debes recordar que la perfección de Dios incluye
su justicia.
En el momento en el que la justa ira de Dios actúa, tus
opciones y tus chances acabaron. Piensa en esto, y entrégate de corazón hoy.
Mañana puede ser demasiado tarde.
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