viernes, 27 de junio de 2014

Sábado 28 de junio – Jonatán

Después de que los soldados se fueron, Jonatán y Ahimaas salieron del pozo y se dirigieron adonde estaba David, para ponerlo sobre aviso. Le dijeron: “Crucen el río a toda prisa, pues Ahitofel ha aconsejado que los ataquen”. 2 Samuel 17:21.

Dicen que la cadena se rompe por el eslabón más débil. Debe ser por eso que nadie quiere ser ese eslabón.

Esta historia podría ser un excelente guión para una película de suspenso y acción. El rey, desterrado por su propio hijo, monta una red de espionaje dentro del palacio del usurpador, a fin de organizar sus movimientos e intentar salvar su propia vida y la de quienes lo acompañan.

Un amigo personal de David se infiltra como consejero del nuevo rey, pasa las informaciones más delicadas a los sacerdotes, quienes se la pasan a una criada que sale de la ciudad, busca a los hijos de los sacerdotes, quienes –escondidos– deben llegar hasta el campamento de David para darle el mensaje en cuestión.

Jonatán y Ahimaas no estaban en el palacio, ni siquiera en la ciudad; sino que estaban en un lugar alejado del centro del poder –y de las intrigas–, sin tener acceso a ninguna información directa y concreta. Tenían que esperar a que alguien les dijera algo. Podrían haberse acomodado a una situación de “eslabón débil”, y pensar que su presencia era innecesaria. La historia demostrará que no era así.

Quizás ellos pensaron que la emoción había terminado; que quienes habían arriesgado sus vidas en favor del rey habían sido los otros; que lo de ellos era apenas un pequeño trabajo. A veces, sentimos que nos toca hacer lo menos importante. Y pensando así, no nos preparamos demasiado para el momento en el que tenemos que actuar ni realizamos la tarea de la mejor manera.

Pero, el problema está en que un joven los vio, y avisó a Absalón lo que estaba sucediendo. Jonatán y Ahimaas debieron de haber sentido la adrenalina generada por el peligro corriendo por sus venas. Terminaron escondidos dentro de un pozo.


Prepárate para realizar tus tareas, por más simples que parezcan, de la mejor manera posible. Prepárate para trabajar por Cristo, colocando toda tu atención y tu cuidado en los pasos que das y en los que dejas de dar. No puedes realizar esta misión sin poner lo mejor de tu parte.

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