Ahora bien, en lugar de Joab,
Absalón había nombrado general de su ejército a Amasa, que era hijo de un
hombre llamado Itra, el cual era ismaelita y se había casado con Abigaíl, hija
de Nahas y hermana de Sarvia, la madre de Joab. 2 Samuel 17:25.
El grupo de poder no era
demasiado grande en la época. Un hijo de David es el cabecilla de la
revolución. Los consejeros de David son –para bien o para mal– quienes
aconsejan a Absalón. El general del ejército de Absalón es sobrino de David y
primo de Joab, quien era el general del ejército de David.
No sé si me animaría a decir
que “todo queda en familia” pero, sin duda alguna, cuando la traición nace
cerca de uno, duele más.
No sabemos cuáles fueron los
motivos por los cuales Amasa quedó del lado de Absalón. Quizás este lo
convenció, como lo hizo con tantos israelitas en su momento. Tal vez soñó con
ser importante, sabiendo que en el ejército de David eso sería casi imposible,
por la presencia de su primo. Acaso, sinceramente haya creído que Absalón sería
un mejor gobernante que David.
La batalla se librará y el
ejército de David la ganará. Amasa será derrotado, pero no muerto. Joab,
siguiendo sus instintos sanguinarios y desechando la orden de David, mata a
Absalón. David quita el poder a Joab e, increíblemente, se lo entrega a Amasa.
No pasará mucho tiempo antes de que el general de las mil batallas de David lo
asesine, así como lo había hecho con Abner algunos años antes. Los celos y la
mente cruel y salvaje de Joab terminarán con la vida de quien podría haber sido
el nuevo general de los ejércitos de Israel.
Pero, la pregunta que me
gustaría pensar contigo hoy es: ¿por qué David daría el cargo de general del
ejército a alguien que dirigió a los enemigos en la última revolución? Además
de esto, la estrategia utilizada por Amasa en la batalla había sido pésima; lo
que lo descalifica como estratega o jefe militar.
Si observamos la elección
desde cualquier ángulo humano, no tiene sentido. La única palabra que puede
explicar la decisión de David es esta: “Perdón”. Es la misma palabra que
pronuncia Dios cuando piensa en ti.